Retos de las comunidades energéticas: modelo económico-financiero

En los últimos tiempos es cada vez más habitual la constitución de comunidades energéticas locales, adquiriendo, en general, la condición de cooperativa o asociación. Sin embargo, en su desarrollo se están encontrando con una serie de obstáculos o barreras comunes, que muchas veces están íntimamente ligadas al modelo económico financiero.

Para que una comunidad energética sea económicamente viable, hay que cuidar aspectos como la presentación de una estructura financiera sólida, disponer de suficiente tesorería o liquidez para hacer frente a los pagos y llevar a cabo los proyectos de inversión más adecuados. Por lo tanto, cualquier comunidad energética, a la hora de plantear su modelo económico, tiene que cuidar estos aspectos.

Existen diferentes alternativas de financiación de una inversión: 1) Por recursos propios, mediante aportaciones de socios, o 2) por recursos externos, mediante fondos aportados por terceros (préstamos o instrumentos financieros similares). No obstante, es interesante tener en cuenta otros criterios para decidir entre estas alternativas, además de los aspectos arriba mencionados. Algunas fuentes son más fáciles de conseguir o pueden suponer un coste financiero. Otros, por el contrario, pueden generar una gran dependencia de las personas de la comunidad, limitando la escalabilidad de las inversiones.

Teniendo en cuenta las realidades que conozco, la mayoría de las comunidades energéticas, llevan a cabo sus proyectos de inversión con recursos propios, tirando de los ahorros de los socios. Aunque esta opción tiene grandes ventajas, también tiene alguna desventaja. Por ejemplo, las personas con menos capacidad económica, las más vulnerables, pueden ser excluidas de participar en estas iniciativas.

En cambio, en otras regiones, como Cataluña, son mucho más frecuentes el espectro de instrumentos financieros que utilizan para obtener fondos, como el crowdfundin o la participación de fondos de inversión. Y creo que detrás de esto puede haber razones culturales o de mercado, es decir, falta de oferta de herramientas adecuadas.

En Euskal Herria, también deberíamos transformar el ecosistema financiero para una mayor transición energética, bien sea por el uso de herramientas que facilitan que la comunidad energética obtenga más fondos a cambio de unos costes, o bien porque los diferentes agentes financieros del ecosistema incrementan la oferta de fuentes que contribuyen a canalizarlo. En caso contrario, los riesgos que asumen nuestras comunidades energéticas pueden ser excesivos y/o estarán obligados a permanecer a una escala limitada.

Por lo tanto, nos toca pedir ayuda y apoyo a los agentes públicos y privados necesarios para afrontar los retos de otras naturalezas, ya que creo que a través de la cooperación de todas las partes se impulsará el desarrollo de estos proyectos que redundan en beneficio de todos.